martes, 8 de febrero de 2011

TAREA 54

  CULTURAS QUE ENRIQUECEN AL MUNDO
Las mayores concentraciones se dan en la India y China, que así acopian los beneficios de su liberalización económica y su rápido progreso. Pero hay muchos otros países en que está ocurriendo lo mismo: Brasil, Chile, Malasia, Sudáfrica, Malí, Túnez. El Banco Mundial ha registrado 54 países que han sobrepasado los índices de crecimiento de otras naciones ya ricas; cabe esperar que en tres décadas les darán alcance. Pero conviene ir más allá de este enfoque particularizado y observar el ingreso per cápita, aún más alentador que las rentas nacionales.
Por otra parte, las estadísticas internacionales no tienen en cuenta el poder adquisitivo y subestiman el papel de las economías informales. Por ejemplo, en Paquistán éstas representan, cuando menos, la mitad de los recursos, aun sin considerar los importantes ingresos que reditúa la exportación de drogas a Occidente. Y un dólar vale más en Karachi que en Nueva York. Por tanto, un habitante de Paquistán o de Bangladesh es mucho más pudiente de lo que sugiere la lectura de las estadísticas. Lo mismo ocurre en todos los países pobres o relativamente pobres.
La única rezagada es África y, dentro de ella, hay un solo país grande que retrocede: Nigeria. ¿Acaso por ser africano o musulmán? Los partidarios del determinismo cultural sentirían tentados a inferir de estos cuadros generales del crecimiento que los factores culturales o religiosos son ineludibles. Es una tesis indemostrable. El desarrollo aparece en todas las religiones y civilizaciones. Sus claves son más políticas que culturales. Vemos así que ciertos países productores de petróleo malgastan sus recursos a causa de su desorden interno: Nigeria, Irán, Argelia, pero también Venezuela, que no es africana ni musulmana. En cambio, otros países islámicos sin grandes recursos naturales, como Túnez y, desde luego, Malasia, se desarrollan rápidamente por haber invertido en la educación para todos. Algunos países árabes (Dubai, Kuwait) administran su petróleo de la mejor manera posible; otros, no tanto (Irak, Arabia Saudita).
En suma, ninguna civilización está condenada de por sí a la pobreza: su destino depende del camino que siga. Ahora bien, en los últimos treinta años se han ensayado todas las estrategias de desarrollo: comunismo, socialismo, capitalismo de Estado, autarquía, libre comercio, etcétera. Una sola permite el crecimiento y la redistribución simultánea de sus frutos: la economía liberal, siempre y cuando sea abierta, globalizada y se encuadre en un Estado de derecho mínimo. Esta no es una opción ideológica: la experiencia así lo ha demostrado. El crecimiento y su redistribución dependen del grado de globalización y del carácter previsible o imprevisible de las normas legales. El despegue de China y la India siguió inmediatamente a su liberalización y globalización. La Argentina es un país abierto, pero en regresión desde que el Estado dejó de respetar los derechos de los ciudadanos (confiscación de los depósitos.

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